viernes, 17 de abril de 2009

II CONCURSO RELATOS CORTOS RUGBY:EL VIAJE SECRETO DE DON QUIJOTE (Turpley)



FRAGMENTO...

Apenas hubo amanecido aquella jornada, que habría de ser de las postreras suyas en las Antípodas y no por cierto de las menos provechosas, de allí a poco encamináronse por unas agrestes lomas desde las cuales se divisaran bien y otearan meridianamente, sin que nube de polvo alguna turbara o cegase tan diáfano horizonte, unas verdes campiñas sobre las que hallábanse varios zagales, sea por seguro en número no menor de treinta, en asuntos de gustoso entretenimiento y fatigosas diligencias que alegraban, suspendían y maravillaban el espíritu, a lo que pareciera según las maestrías y ligerezas con que las ejecutaban.

- Has de saber, amigo Sancho, que tampoco en estas lejanas naciones los duendes y hados descansan ni entregan su ánimo al asueto más de lo que fuera menester y pretenden obnubilarnos con sus alquimias, encantos y espejismos. Y dígote esto, pues has de ver conmigo cómo la diosa Fortuna ha dispuesto ante nosotros sobre esos prados labriegos a modo de legiones armadas dos partidas de garridos mancebos practicando el tan insigne y noble ejercicio del rugby, que es ancestral tradición de estos pueblos y afición de mucha raigambre en repúblicas bien concertadas.

- No se engañé vuestra merced, que eso que ve no son sino virtuosos labradores lugareños que siembran esta heredad, que de suyo sería terreno seco y estéril y a buen seguro encuéntranse cultivando algún fruto autóctono, por lo que me doy a entender según observo, que es aquí de costumbre hacerlo luciendo vistosos jaeces y corriendo en tropel con regocijada algazara.

- Bien parece que no estás versado en rugby, pues ¿tales palabras osas proferir en mi presencia, bellaco ingrato? Dete Dios mal galardón. No más advierte de la gallardía de sus movimientos y la lealtad con que se aprestan tras ese endiablado oval de cuero, que bien pudiera ser de galga toledana a tenor de las cabriolas y piruetas con que brinca y se escurre, y concluye cabalmente cómo se ha de tratar de los hidalgos caballeros que te refiero.

- Ay, señor mío, que siendo yo un ceporro empieza vuestra merced a desvariar. Que eso que describe no es ningún oval, sino el odre con que los labriegos honran a Baco con vino de kiwi, según es usanza y hábito desde antiguo por estas tierras dar sazón y buen provecho a los frutos, hierbas y hortalizas que suelen encontrar; y no juegan a la tal cosa llamada rugby, que antes lo hicieran según estas latitudes a la calva, la tarusa, la chana o la estornija. A fe mía, tenga por cierto que esos jaleos no son melés ni cosa tal que se le parezca, que más se asemejan a esos modos villanos de boato dionisiaco con que rinden pleitesía e idolatran a sus dioses y demiurgos tras las vendimias y las copiosas ingestas de que hacen gala. Repare en lo imprudente de su juicio, que esos postes y traviesas no son porterías, sino estacas y pilotes con que deslindan propiedades y predios y...

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