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Olía el vestuario a una mezcolanza agria de amoniaco y sudor. El vaho del agua caliente salía por la puerta entreabierta. Un muchacho barbilampiño, de ojos castaños, algo desgarbado, con una sudadera empapada esperaba la salida del equipo. El primer partido de la temporada acababa de finalizar. Lo había visto en las gradas desde el comienzo, a pesar de
3 comentarios:
Ecgeson vaya mañana me has dado... ¡Que tensión! Enhorabuena
Precioso relato que describe la frase
la distancia entre el querer y el poder se acorta con el entrenamiento.
enhorabuena Ecgeson
A oso no sé si le cayeron las lágrimas, pero a mi, casi...
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